La dirigente petista María do Rosario Nunes afirma que en Brasil se vive un clima de inestabilidad preocupante, con un presidente débil y el acecho de los militares. Y que en el PT no hay un candidato de la estatura del ex mandatario.
Por Dario Pignotti
Maria do Rosario sabe lo que es plantarle carla a la derecha: entre 2011 y 2014, cuando fue ministra de Dilma Rousseff, soportó la presión de los militares contra la Comisión de la Verdad sobre la dictadura y el año pasado derrotó a Bolsonaro en el Supremo Tribunal Federal que lo declaró “reo” en una causa por “incitación al estupro e injuria”.
La legisladora del Partido de los Trabajadores (PT) nunca citó por su nombre a Bolsonaro durante esta entrevista en un restaurante de Brasilia: durante el almuerzo frugal (ensalada y jugo de frutas) prefirió referirse al precandidato presidencial como “histriónico”, “banal” y describirlo como el “personaje” surgido del “trípode golpista formado por el militarismo, el fanatismo religioso y el neoliberalismo”.
Mencionó que la filósofa Marcia Taburi colocó a Bolsonaro en una lista de “imbecilizadores” que denigran la política y que “fue procesado y expulsado de las Fuerzas Armadas por realizar amenazas terroristas. En realidad yo no creo que alguien así merezca el respeto de los generales, pero esto no obsta para que ellos lo utilicen para beneficiarse y usarlo dentro de su plan”.
–¿La probabilidad de un golpe militar es cero?
– Creo que no es cero, veo que estamos en un período de gran inestabilidad. Ya fue fijado el calendario con elecciones presidenciales para octubre de 2018 pero todavía no sabemos si serán realizadas. Creo que en este momento nadie puede decir que van a celebrarse o decir con seguridad que no van a celebrarse. Es muy peligroso para el país que esté en el gobierno un presidente como Michel Temer que no tiene votos, que no se preocupa con su falta de votos, y que sólo se preocupa en cumplir la agenda del mercado, en reformar la previsión social y precarizar los derechos de la población. Todo esto hiere a la democracia. ¿Cómo asegurar que sectores militares no van a sacar provecho de un presidente tan débil y envuelto en una nube de corrupción?. ¿Cómo descartar totalmente que los militares quieran volver?.
– ¿Y si hubiera elecciones sin Lula?.
– Esa es otra posibilidad, que se respete la formalidad de la convocatoria a elecciones pero se impida que Lula sea candidato, y así podría ganar un candidato de ellos. ¿Eso no sería un golpe?. Por su puesto sería un golpe.
Hay algunos que quieren sacarlo de la disputa a toda costa (..) mediante acusaciones irrelevantes (en la causa Lava Jato), Lula está absolutamente indignado con eso, y todos nosotros, en el PT, también estamos indignados.
– ¿Hay chances de que Lula vuelva?
– El ha demostrado su voluntad de regresar para retomar el desarrollo brasileño, para recuperar la dignidad del pueblo, tenemos la esperanza de que regrese el año próximo. Lula quiere ser candidato y quiere ser electo, eso es algo importante para nosotros, los petistas, porque la verdad es que no hemos generado una alternativa, por lo menos una alternativa electoral como Lula. Ninguno de los nombres que surgieron en los últimos tiempos, como Ciro Gomes (Partido Democrático Trabalhista) o Fernando Haddad ( del PT, ex intendente San Pablo) tienen la misma envergadura que Lula.
Además cuando pensamos en 2018 debemos tomar en cuenta que es un momento distinto a 2010 cuando Dilma fue candidata presidencial. Ella venció pese a que nunca había sido candidata, pero aquel era otro momento, era una fase de ascenso de la izquierda y los movimientos democráticos. Ahora es distinto, sería más difícil una victoria de la izquierda sin la candidatura de Lula. Pero tenemos conciencia de que ahora será una pelea difícil por todo este proceso que está en marcha contra él.
–Dilma fue desalojada en 2016 tres años después de las protestas en las que se hicieron visibles los grupos de extrema derecha. ¿En 2013 comenzó a hornearse el golpe?
–Creo que sí, esas movilizaciones surgieron espontáneamente en protesta contra el precio del transporte urbano en San Pablo, luego se expandieron a nivel nacional, pero enseguida las capitalizó la derecha, esto demuestra que la derecha tiene una estrategia desde entonces. Acá nada es espontáneo (..) este proyecto autoritario se apoya en grupos de interés neoliberales que son los que aportan el financiemiento de estos movimientos políticos de ultraderecha que están apareciendo con fuerza en América, también en Argentina, en Venezuela. Y además se tiene que considerar que este proyecto autoritario tiene su brazo armado en las policías estaduales, que son las “policías militarizadas” creadas durante la dictadura que hasta hoy no fueron reformadas para actuar en democracia.
– Son un millón de policías militarizados.
– Es un número alto de policías formados con programas elaborados por la dictadura para enfrentar a un enemigo interno. Si en la dictadura era el enemigo político después el enemigo pasó a ser el joven negro, el habitante de la periferia, las favelas. Y más recientemente, junto con este proceso golpista, y con las protestas de 2013, la policía volvió a trabajar con la hipótesis del enemigo político interno, enfocada sobre los movimientos sociales. Con este adoctrinamiento las policías están realizando represión política. En el golpe contra Dilma, contra la democracia resurgieron las fuerzas antidemocráticas, y hay una parte de la sociedad que ve en la policía una especia de salvadores de la patria ante el recrudecimiento de la violencia común. Brasil tiene 60 mil asesinatos por año, eso es muy grave, pero parte de esas muertes son causadas por la policía.